Con la llegada del verano, pasamos cada vez más tiempo en el exterior. Practicamos deporte, vamos a la playa aprovechando el buen tiempo y tomamos el sol. Si no cuidamos nuestra piel, puede verse resentida por la exposición al sol y a los cambios de temperatura. ¿Sabes cuáles son las rutinas de belleza más beneficiosas para cuidar tu piel?
Protégete del sol
Todos los expertos coinciden en que tomar el sol en exceso o sin protección en las horas centrales del día es perjudicial, sobre todo si nos quemamos la piel. Por eso, es fundamental utilizar una crema fotoprotectora adecuada, sombrero y gafas de sol si vamos a la playa o vamos a estar al aire libre.
A lo largo del día podemos cuidar nuestra piel de forma externa, por ejemplo: aplicando varias veces a lo largo del día la crema fotoprotectora o un aftersun al volver a casa para hidratarla y reparar los daños de la radiación solar. También podemos aplicarnos alguna crema antienvejecimiento en la cara. Estos gestos ayudarán a evitar las quemaduras y a darle los cuidados que nuestra piel necesita.
Sin embargo, además de todo esto también podemos cuidar nuestra piel desde dentro: hidratándonos correctamente y consumiendo alimentos ricos en antioxidantes.
La piel necesita hidratarse
En verano, con las altas temperaturas sudamos más y es más fácil notar sed e incluso sufrir un golpe de calor. Por eso es muy importante beber líquidos con frecuencia. Agua, té frío, gazpacho, salmorejo… lo importante es mantenerse hidratado.
La piel también nota esa falta de hidratación y por eso podemos notarla más tensa, seca o con arrugas. También puede descamarse o picar, e incluso “pelarse”, como cuando se ha producido una quemadura por la exposición al sol. Beber líquidos con frecuencia y protegerte del sol servirá para evitar esa deshidratación y tu piel lo agradecerá. El agua es lo más recomendable siempre, pero si buscas ideas diferentes échale un vistazo a nuestras recomendaciones de bebidas refrescantes y sin alcohol para el verano.
Los frutos rojos, una fuente de antioxidantes
Los antioxidantes combaten el estrés oxidativo que producen factores como el estrés o la radiación solar. Estas sustancias evitan que nuestra piel se “oxide” y envejezca, produciéndose arrugas, manchas, pérdida de firmeza e incluso mutaciones en el ADN. El sol es uno de los factores medioambientales que más nos afecta negativamente a nivel cutáneo, por eso es tan importante protegerse en las horas centrales del día. Los antioxidantes neutralizan los efectos negativos de los radicales libres, ayudándonos a cuidar nuestra piel.
La vitamina C es uno de los antioxidantes más conocidos. Por eso muchos productos de cosmética la incluyen entre sus ingredientes principales. Entre sus beneficios están el ayudar a combatir los radicales libres, beneficiar a nuestro sistema inmunitario y favorecer la absorción de hierro. Pero, ¿y si además de aplicárnosla de forma externa, también comemos alimentos ricos en vitamina C?
Si llevamos una dieta rica en antioxidantes, estaremos aportándole a nuestro organismo una ayuda extra para hacer frente ese estrés oxidativo. ¡De esta forma cuidaremos nuestra piel desde dentro!
Los frutos rojos son unos de los alimentos que tienen una mayor concentración de antioxidantes. Ricos en minerales y nutrientes, además van a cuidar de tu microbiota intestinal, ayudándote a eliminar todas las toxinas que tu cuerpo no necesita.
Una dieta rica en fruta y verdura
No hay duda de que después de leer esto ya no te olvidarás la crema protectora, el sombrero y las gafas cuando vayas a la playa. Además, seguro que te lavas la cara por las noches, te aplicas cremas y serums, te desmaquillas o incluso vas a un centro de estética a hacerte algún tratamiento. Pero ¿y si además comienzas a incluir en tu dieta alimentos ricos en antioxidantes?
Como en todo proceso, los efectos no son inmediatos. Pero en cuanto adquieras el hábito de comer frutas y verduras ricas en antioxidantes, vas a empezar a notar cambios en tu pelo y en tu piel. Nosotros te invitamos a que empieces a incluir frutos rojos en tu alimentación. Algunas ideas pueden ser añadir arándanos y grosellas a una ensalada de hojas verdes, un puñado de moras o fresas en tus desayunos con un poco de yogur, mezclar diferentes frutas y verduras en un batido o smoothie… ¡las opciones son infinitas!